jueves, 22 de octubre de 2015

DANIELA GAITÁN / ALT LIT COLOMBIA

DANIELA GAITÁN 






Ciertas cosas deberían estar claras.

para el muchacho que toca el saxofon
en uno de los puentes de la 27 sur.


Cada uno de los movimientos de tus dedos
es el conteo de un tiempo
ajeno a todos.

Minutos y minutos
cuartos de hora,

nada es para siempre aunque se quiera, dicen.

/cuando -todos- es la palabra que uso para encerrar tantos significados
cuando -todo- es la palabra que uso para parecer llena por dentro.


Si hay kilómetros de distancia
vamos a contarlos.

Tú esperas que algo pase, no importa cuándo,

importa que suceda,

después de transitar la misma vida tantas veces y de masticar la piel de otros en la oscuridad,

/cuando -oscuridad- es un cuarto de mi cuerpo donde me despojo del miedo
cuando -otros- es el puente que uso para sentirme más humana

importa sólo eso, que suceda.

No puedo hablarte de la última vez que hice esto o de la última vez que hice
aquello

porque todavía estoy viva,

/cuando -estar vivo- es hacer el ejercicio matutino del movimiento.


porque todavía estoy viva y como tú

espero,

que algo pase.


Los orificios de mi nariz se dilatan
se tornan más fríos

a medida que el aire desciende sobre la avenida, tan denso
que cortarlo es posible


y guardar un poco para llevar a casa
y dejar que fluya


y llenar tus pulmones de mucho más, seguro de que es bueno lo que has hecho.

/cuando -humedad- es la prueba de que has estado aquí por más tiempo
del que tus dedos han podido moverse.

No miento cuando digo que nada importa cuando se pierde
la esperanza, puedo verlo en tus ojos

no te conozco ni sé tu nombre tanto como no me conoces ni sabes el mío
y las noticias del mundo ya no te sorprenden tanto como ya
no me sorprenden a mi


esto no fue lo que pedimos.




En mi sostén una notita acomodada…
Chiquillos corren bajo la lluvia. Sientes un dolor muy fuerte en el pecho. Tu corazón sangra. El hielo de la tarde congela los órganos vivos que tenemos aún. 
Los cuerpos yacen en el suelo repletos de hiedra, de musgo. Los pulmones palpitan suavemente recibiendo oxigeno. Los estómagos, arriba y abajo, agotados, precisaban un profundo y mojado sueño.
Los días, como hombres obesos, hastiados. Los días, enfilados rumbo al holocausto de los recuerdos, convertidos en ceniza, arrastrados por el viento, una madeja enredada con la que jugarán los gatos.
Tras la puerta mi llanto.
De mi llanto, lamentos.
Un pesado silencio enciende una tormenta
asomada a tu ojos.
Descienden por ellos sombras violetas, azules, como alas,
hilos de lluvia marcando un camino extraviado
hace más de mil lunas en tu rostro/ ¿Me pregunto qué seremos mañana
bajo el sol?
Uno, dos, tres, cuatro… Montones, miles, millones. Mi ciudad es una mujer pariendo extraños cargados de sal. Flotamos como polvo diminuto en una urna sellada.
Mi ciudad es una mujer rasurándose la vagina a las dos de la mañana. Elevando sus muertos por el aire en un concurso de cometas.
Si. No. No sé. No lo sé. Tal vez. Quizás. Otra vez.
¿Otra vez?
Otra vez, quizás, tal vez, no lo sé, no sé, no, si.
Un hombre ladra. Una mujer Maúlla. Los niños lloran y su llanto es una infección. Su llanto conmueve almas. Su llanto asesina violadores en serie.
Una ola de mar nos mece en un universo plano.
Todos gritan desde la orilla: ¡regreso!
Vestidos de gala, bebemos vino,
escuchamos la melodía de un saxofón.
Todos gritan desde la orilla: ¡regreso!
Todos gritan desde la orilla: ¡regreso!
En mi sostén una notita acomodada, dice:
¡Ay de ti, dolores, ay de ti mecida por esta ola!
Te vuelves un helecho y la ola te separa.
No te irás muy lejos.
Le doy una lamida a mi helado, pero no soy yo, una mujer con mi rostro sonríe, sonríe largamente, mientras yo soy un caracol navegando en una fuente de chocolate.
regreso al punto de partida, donde mis pasos se dividen entre los que se detienen y los que continúan con la farsa. Los espejos de la madrugada se levantan en la inmensidad del alba, dentro de cada uno observo el universo que nos mece sin reparo, mi ciudad baila con sus muertos. 
El hielo de la tarde nos congela los órganos vivos que tenemos aún.






Daniela Gaitán (Bogotá, 1993).



Escribe poemas y en ocasiones los firma como Dg. Su trabajo literario se encontrará principalmente en marimariteje.tumblr.com y marimariteje.blogspot.com y además en lugares como: revistatn, digopalabra txt entre otros. Hace parte de la antología en edición, Hot Babes. Su único deseo importante es poder caminar sobre el agua algún día.

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