miércoles, 11 de diciembre de 2013

MATERIALISMO DIALECTICO Patricio Torne




PATRICIO TORNE

MATERIALISMO DIALECTICO









TEXTO DE IRENE GRUSS PARA LA PRESENTACIÓN DE MATERIALISMO DIALÉCTICO EN LA CIUDAD DE BUENOS AIRES


MATERIALISMO DIALÉCTICO. PATRICIO TORNE


Adorno se preguntó si era posible escribir poesía después de Auschwitz, pronto los supervivientes comenzaron a dejar testimonios del horror que habían conocido. Primo Levi, Elie Wiesel, Anna Frank ... son sólo algunos de los protagonistas y testigos de la historia, muchos de los cuales prefirieron el suicidio a seguir soportando la memoria del Holocausto. Celan le responde a Adorno en su conocido poema “Fuga de la muerte”:


Grita que suene más dulce la muerte la muerte es un maestro en Alemania  grita más oscuro el tañido de los violines así subiréis como humo en el aire así tendréis una fosa en las nubes allí no hay estrechez”.


Lo que hace Patricio Torne en Materialismo dialéctico es cantar el horror y el dolor pero, y sobre todo, el asombro de estar vivo. Torne pudo haber sido lírico como Celan, explícito o demagógico como tantos. Sin embargo, usa un lenguaje (“La lengua no es la lengua”, dice y entrecorto la cita, “es un trapo que se estruja después de tanta sangre inflamándolo hasta creer que se revienta. Un trapo de finísima tersura con el que se limpian los objetos más preciados para volverlos a guardar sin entregarlos al que, con tanta insistencia, los reclama: una fecha, un lugar, ciertos nombres, los ojos de la Colo, un documento, números”. “Ese paisaje helado es el futuro, está pensando”, dice Torne.), un lenguaje, decía, que resulta de esa sutil mezcla en la que Arnold Bode camina de la mano, mejor dicho aferrado al cinturón con que el padre del autor prodigó sendas palizas; Alighieri recita el Averno en el cuarto de torturas junto a personajes como el Tanque, el Ángel Rubio, etc.; o bien el amor de Abelardo y Eloísa se escucha pared de calabozo de por medio. Lo coloquial y esa aparente tabla rasa con que Torne trabaja y entreteje son parte de la “filosofía” de este libro: la mente en blanco o vacía, la experiencia como primer o único eslabón, los hechos como distorsión del espejo. Las marcas que ese espejo muestra son las de un “faltante”…


Desde el primer libro, pasando por Donde muere la lógica, poemario dedicado a los nuba (dice Wikipedia :antiguos moradores de las orillas del Nilo del Sur de Egipto al norte de Sudán ),se avecina el modo con que Patricio Torne expresa su Materialismo dialéctico una visión de mundo en la que se venera y se exige el amor y la justicia entre los hombres. El deseo, como el puntal que dirige a unos y otros, masculla ahora ya no eufórico sino dolido, cansado, marcado también por lo que se piensa o se inventa. Qué es la materia sino la caída de ese cuerpo, el correr de un agua donde no se nos permitió estar ya sea por anécdota personal o malabares de la historia. Y sin embargo, y sin embargo, Torne escribe con lo que queda de sí y de la historia, con lucidez, no melancolía. Cito:


Las hojas de los árboles no han dejado de caer. Te sorprende ese nunca acabar de cuerpos secos en el aire. Pensás que hay algo mágico en las ramas; brotes pujando por salir, para caer de inmediato. Rueda sin fin orquestada por la naturaleza para encantar a los tantos (o tontos) como vos?
Hace unos años recibía cartas de amigos, quienes, por otras circunstancias, no miraban la caída de las hojas, y del tema hacían referencias de bufones; el encanto se asfixia en un relato prosaico. Mis amigos estaban tristes, y nada los conformaba. La belleza era un lujo que no se permitían. Yo los imaginaba caminando por esas calles, abriendo surcos en la hojarasca, ahogándose en el humo de una ciudad cordial. El otoño, hermano, ponía sus largos dedos en el cuello debilitado de esos hombres.
A la belleza muchas veces, si es un lujo, hay que aprender a robarla, por eso te acompaño en ese banco de una calle parisina, y estamos mudos mirando la muerte jubilosa de las hojas en el aire.
Mis amigos de las cartas, con el tiempo, se acostumbraron a las estaciones europeas o volvieron a estos pagos, y viven talando árboles.



Hablando de talas y otras contradicciones en las que se sostiene el materialismo, el autor dedica una sección del libro a El amor a Dios. Aquí, como en casi todos los textos, la ironía no está para ocultar lo que duele, más bien para enfatizarlo:


A la buena de Dios quedó mi corazón cuando nos despedimos. Esto no es más que una manera de decir, porque en esa despedida Dios me estaba abandonando.


A la ausencia de Dios, mi corazón. Ya nada más que celebrar.


Nuestro último oficio. Ni un beso tuvo que venga a sostenerlo en el dolor de la memoria.


A la buena de Dios, diría mi madre. A la ausencia de Dios, mi corazón.




“Brutal, horrorosa, devota o tiernamente, aquí todo es carnal”, señala Lilian Nordio en su prólogo. Y agrego: no hay alivio posible; mucho menos el que podrían obtener el efectismo, el artefacto, la cuca, la fábrica; mucho menos las obleas, llámense realismo sucio u óleo de Bacon.


Leónidas Lamborghini me dijo una vez al oído: “Desde la dicha, canta la desdicha”. Mal que bien pero distanciado de la anécdota, creo que sólo así es posible un objeto estético. Patricio Torne escribió estos poemas hace varios años y recién ahora los hace públicos; alejado de los cánones, perfectamente anoticiado, su escritura llega una vez más como algo definitivo, permítanme decir verdadero. Llega, como también lo hizo el bueno de Miguel Hernández, con la herida del amor, la de la muerte, la de la vida; viene a darnos su mano y a pedir que tomemos la suya.


Irene Gruss





TEXTO DE PATRICIO RAFFO PARA LA PRESENTACIÓN DE MATERIALISMO DIALÉCTICO
EN LA PROVINCIA DE SAN LUIS

          Somos lo que hemos sido, lo que hemos evitado ser y lo que hemos deseado ser sin haberlo logrado.

Somos el amor y somos el horror.

Somos nuestra propia casa en nosotros, la mesa servida en la copa que se comparte entre risas y somos los desechos en el tacho de basura.

Lo sabemos. Esto lo sabemos.

Pero ¿quién de nosotros se atreve a abrir el pecho de la memoria como se abre un higo dulce, hundiendo los dedos en el placer de la belleza, o como se abre una brutalidad haciendo el tajo para que la sangre brote como un río que nos lave de una buena vez?

¿Quién puede abrir, a viva voz, la memoria como si la memoria fuese una miel amarga tan imprescindible como inevitable?

En ocasiones, Patricio Torne, tiene un bisturí en la mano y como un cirujano perfecto nos abre el pecho, palabra a palabra, abriéndose su propio pecho. Hace del tajo una necesidad. Y nos conmueve profundamente. Otras veces, Patricio Torne, no necesita del filo del acero para abrir de par en par las memorias de todos en su propia memoria, en esas otras ocasiones, abre los cielos de cada uno con sus  dedos. Como quien trabaja el alimento sobre la mesada de una vieja cocina, Patricio Torne, amasa el amor, muele las especias en un mortero tan propio como único y hunde los dedos en la carne cruda una y otra vez.

Y a medida que leemos Materialismo dialéctico nos vamos adentrando en esa casa que Torne nos abre de tantos modos como se le ocurra.

Torne nos abre su casa y nos dice: estas son las paredes, esta es la foto de mi madre cuando fue elegida Reina de la Batata, este es mi padre, bajo la llovizna, el día del regreso interrumpido de Perón, esta es la habitación de la hermosura y esta es la habitación del dolor.

Torne es un zoom a través del cual podemos ver Helvecia por completo y podemos ver la intimidad de la célula infinitesimal cuando nos dice que el amor es liberador y que pudo comprobarlo el día en que la luna vino a derramarse sobre su cuerpo.

Y Torne es frenesí: amé a Torne cuando leí esta palabra en un texto que no forma parte de Materialismo dialéctico. Íntimamente le agradecí que, como un gurú enloquecido, haya materializado para mí (¿para mí?) esa palabra: FRENESÍ, FRENESÍ, FRENESÍ. Entonces hizo que ahí, en ese momento, sentado frente a la notebook, en mi casa en Rosario, fuera frenesí en su frenesí y que fuera amor en su amor.

Pienso que a Torne le cabe la expresión “¿quién me quita lo bailado?” y él mismo lo dice cuando dice:

La intención era moverme al ritmo de los hechos, tomando a Dios de la cintura y, pase lo que pase (si era de amor, mucho mejor), decir después quién me quita lo bailado.


Pero la música no fue propicia, o alguien equivocó el paso, o ambas cosas a la vez para que nada pueda decir al respecto, nada que no sea pura pena como la queja de la más fea, la más puta, o la que planchó toda la noche y se mar con su copita de anís viendo a sus hermanas divertirse con su propio Dios entre cuarteto y ranchera.


De la intención al hecho hay mucho trecho, eso se sabe, ahora muevo en soledad mis pies descalzos, siguiendo un ritmo parecido a la tristeza que no da tregua en la batalla de bailar.




No es fácil bailar al paso de Patricio Torne porque su paso es el paso de lo liberado, el paso de quien pone sobre el mantel impecablemente blanco sus vísceras ensangrentadas. No es fácil bailar al paso de Torne. No.

Sin embargo, París, el de la Rue de Passy, flota, como diría Valente, en la súbita celebración del aire.

¿Hay nubes entorpeciendo el cielo de París, Daniel?

Siempre llueve en París, como siempre llueve en Mercedes. Pasa un paraguas dando vueltas frente a nuestras narices y un taxi se deja llevar por la onda verde en Champs Elysees. Las hojas de los árboles no han dejado de caer. Patricio Torne también es la nostalgia de la lluvia de París o de Mercedes. Patricio Torne también sabe llover sobre nosotros suavísimamente.

Alquimista de sí mismo, tan profundo como brutal, Torne se deshace en mil pedazos y se reconstruye sabiendo que hay trozos de uno que son imposibles de recuperar bajo otra lluvia.

Batalla sin cesar con la muerte y nos enseña la fragilidad de las cosas. Torne con su frenesí y su lluvia es una especie de puerto navegando hacia los barcos de cada uno de nosotros.

En un altamar de frutos, de perfumes, de saltos al vacío en los que nunca se deja de caer, Torne cabalga ufano por los intersticios del deseo. Únicos victoriosos abrazados en el medio de la lluvia, dice Patricio, y nos mete la mano en el medio del gozo del amor y finalmente lo comprendemos, entramos en razón, caemos en la cuenta, certificamos que no estamos a salvo.

Patricio Torne, hermosamente o tremendamente, nos abre los ojos y nos anuncia que en esta fugacidad no estamos a salvo.  

-Patricio Raffo-



  





PATRICIO TORNE: Nació en Helvecia .Santa Fé, Argentina, el 31 de enero de 1956.Editó:
 Orbita de Endriago (filofalsía 1990)
Helvecia y Otros Tópicos (Todos Bailan 1990)
Donde Muere la Lógica  (Ultimo Reino 1992)
Anacrónica (Ediciones de la nada 200)
Perros (Editorial Revistas Callejeras 2010)
Desde 1985 reside en Villa Mercedes (San Luis), donde desarrolla distintas actividades relacionadas con los espacios sociales, periodísticos y culturales.
Desde 1985 dirige los talleres literarios de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Económico-Sociales de la U.N.S.L.
Es Coordinador del Área de Cultura y Artística de la Secretaría de Extensión Universitaria de la F.I.C.E.S. de la U.N.S.L.
Es responsable del Ciclo PRETEXTO. Donde poetas de todo el país, la región y locales se dan cita para desarrollar lecturas y compartir experiencias creativas, desde 2010 junto al Taller Literario de la FICES.
Ha participado en distintos Congresos y Encuentros en el País, Paraguay y Chile.
Textos suyos han sido publicados en distintos medios nacionales y del exterior (Brasil, Chile, México y España)
 Su nuevo libro : MATERIALISMO DIALECTICO



las fotos de esta entrada son de Alicia Gallegos

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